08 julio 2011

La discrimnación existe, pero...

Una vez vivida en carne propia, qué difícil es superar las laceraciones emocionales de la discriminación. Llegué de niña a un pueblo pequeño de Estados Unidos, donde los latinos éramos efectivamente una minoría, prácticamente todos de origen mexicano.

En la escuela no tenía amiguitos. Si bien me iba, me dejaban sola; si no, los demás niños me molestaban con palabras groseras o palabras que tomaban de mi idioma y mi cultura para convertirlas en armas que lanzaban contra mí para lastimarme y cuestionar mi identidad, para hacerme saber de mi poca monta en este país. Eran aquellos tiempos en que si me acercaba a beber de la fuente de agua en la escuela, era entre "fuchis" y "qué asco" y otros comentarios sobre mi mexicanidad, los niños se alejaban sin beber agua.

Esas cicatrices quedan pero con la madurez de los años va uno moderando sus reacciones. No todos los gringos son racistas, son otras décadas estas. No obstante, siempre estoy con la guardia en alto. Me manejo con cautela hasta no verificar que la consecuencia de mi interacción con ellos se deberá no a mi color ni origen, sino a otros factores más objetivos: nuestras coincidencias, nuestra decencia y respeto mutuos, los gustos compartidos, etc.

Ay, pero a veces, respingo airada. Un ejemplo: Mi hija juega futbol soccer con un equipo de su escuela. Había que pagar su cuota de inscripción para esta temporada. En una de las veces que me presenté a pagar, me anunciaron que el entrenador había cerrado la lista. Inmediatamente se me activaron las antenas, me puse en guardia y contemplé la posibilidad de la discriminación. ¿Qué otra cosa pudiera explicar que cerraran la lista cuando ya se habían inscrito todas las demás niñas excepto la mía? ¿Podía esta ser una manera velada en que el entrenador me hiciera saber que "Mexicans Not Welcome"?

¿Exagero? Lo más seguro... pero una vez tocada por la discriminación, la sospecha no queda tan fuera de lugar. Es un mecanismo de defensa que uno aprendió por algo. Aun así hay que combatirla de principio, no gritar "¡discriminación!" sin haber descartado una lista razonada de opciones.

* Primero, nunca pasar de largo que nuestra primera reacción puede ser irracional, efecto de nuestra experiencia con la discriminación. Respirar hondo y pensar.

* Hay que hacer una lista de razones alternas por las que se da nuestra situación actual; el requisito es que ninguna de ellas se vea mediada por la discriminación.

* Hecha la lista hay que constatar si alguna de estas razones explica lo que nos ocurre. La más de las veces será el caso.

En el caso que pongo de ejemplo, una de las razones de mi lista es que bien pudo ser que el entrenador tuviera que acatar sin excepción los plazos de inscripción (bastante complicados si se toma en cuenta que yo no nací para ser soccer mom) y cerrar la lista.

Blanca, negra o café que fuera, era indudable que yo estaba pagando con retraso.

Acción a seguir: Aclararlo con el entrenador. Le dije que yo comprendía que si por no haber pagado a tiempo se le iba a dar de baja a mi hija. Lo único que necesitaba de él era que me lo confirmara para hacer otros arreglos.

El entrenador me dejó un mensaje con un tono de voz un tanto extrañado seguro por lo que el percibió como exageración de mi parte pero confirmando su expectativa de que la niña siguiera en el equipo.

MORALEJA: No cabe duda de que la discriminación existe pero hay que tener cuidado de no terminar marginándose uno solito.

--Publicado originalmente en febrero de 2005

1 comentario:

  1. Coincido totalmente con usted, yo llegué a este país en Agosto del año pasado (cabe mencionar que nunca había vivido fuera de México). Mi papá vivió aquí en Dallas aproximadamente por 2 años y no estaba totalmente de acuerdo con que me viniera para acá. Haciendo caso (casi) omiso de sus advertencias sobre la discriminación me vine de mi país en busca de una maestría para continuar con mi educación.
    Para no hacerla más larga mi gran sorpresa fue que la gente que más me ha discriminado a partir de mi llegada no han sido los "blancos" sino los latinos mismos los que me han llegado a tratar con altanería y prepotencia. A nadie le gusta ser discriminado; entonces, ¿Por qué discriminamos? No somos ni más, ni menos que los demás.

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